domingo, 28 de febrero de 2010

Palabra de Dios del Domingo 28 de Febrero del 2010

Tiempo de Cuaresma
28 de Febrero de 2010
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Liturgia de las Horas: 2da. Semana del Salterio
Color: Morado
Santoral

Lecturas de la liturgia
  • Primera Lectura: Génesis 15, 5-12. 17-18
    "Dios hace alianza con Abrahán, el creyente"
    En aquellos días, Dios sacó afuera a Abrán y le dijo: "Mira al cielo; cuenta las estrellas, si puedes."
    Y añadió: "Así será tu descendencia."
    Abrán creyó al Señor, y se le contó en su haber.
    El Señor le dijo: "Yo soy el Señor, que te sacó de Ur de los Caldeos, para darte en posesión esta tierra."
    Él replicó: "Señor Dios, ¿cómo sabré yo que voy a poseerla?"
    Respondió el Señor: "Tráeme una ternera de tres años, una cabra de tres años, un carnero de tres años, una tórtola y un pichón."
    Abrán los trajo y los cortó por el medio, colocando cada mitad frente a la otra, pero no descuartizó las aves. Los buitres bajaban a los cadáveres, y Abrán los espantaba.
    Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán, y un terror intenso y oscuro cayó sobre él.
    El sol se puso, y vino la oscuridad; una humareda de horno y una antorcha ardiendo pasaban entre los miembros descuartizados.
    Aquel día el Señor hizo alianza con Abrán en estos términos: "A tus descendientes les daré esta tierra, desde el río de Egipto al Gran Río Éufrates."
  • Salmo Responsorial: 26
    "El Señor es mi luz y mi salvación."
    El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?
    El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar? R.
    Escúchame, Señor, que te llamo; ten piedad, respóndeme. Oigo en mi corazón: "Buscad mi rostro." R.
    Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro. No rechaces con ira a tu siervo, que tú eres mi auxilio. R.
    Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor. R.
  • Segunda Lectura: Filipenses 3, 20-4, 1
    "Cristo nos transformará, según el modelo de su cuerpo glorioso"
    Hermanos: Nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo.
    Él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso, con esa energía que posee para sometérselo todo.
    Así, pues, hermanos míos queridos y añorados, mi alegría y mi corona, manteneos así, en el Señor, queridos.
  • Evangelio: Lucas 9, 28b-36
    "Mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió"
    En aquel tiempo, Jesús cogió a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto de la montaña, para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos.
    De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén.
    Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y, espabilándose, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Mientras éstos se alejaban, dijo Pedro a Jesús: "Maestro, qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías."
    No sabía lo que decía.
    Todavía estaba hablando, cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía: "Éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle."
    Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto.

sábado, 27 de febrero de 2010

Palabra de Dios del Sabado 27 de Febrero del 2010

Tiempo de Cuaresma
27 de Febrero de 2010
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Liturgia de las Horas: 1ra. Semana del Salterio
Color: Morado Santoral

Lecturas de la liturgia
  • Primera Lectura: Deuteronomio 26,16-19
    "Serás el pueblo santo del Señor"
    Moisés habló al pueblo, diciendo: "Hoy te manda el Señor, tu Dios, que cumplas estos mandatos y decretos. Guárdalos y cúmplelos con todo el corazón y con toda el alma. Hoy te has comprometido a aceptar lo que el Señor te propone: Que él será tu Dios, que tú irás por sus caminos, guardarás sus mandatos, preceptos y decretos, y escucharás su voz. Hoy se compromete el Señor a aceptar lo que tú le propones: Que serás su propio pueblo, como te prometió, que guardarás todos sus preceptos, que él te elevará en gloria, nombre y esplendor, por encima de todas las naciones que ha hecho, y que serás el pueblo santo del Señor, como ha dicho."
  • Salmo Responsorial: 118
    "Dichoso el que camina en la voluntad del Señor."
    Dichoso el que, con vida intachable,
    camina en la voluntad del Señor;
    dichoso el que, guardando sus preceptos,
    lo busca de todo corazón. R.
    Tú promulgas tus decretos
    para que se observen exactamente.
    Ojalá esté firme mi camino,
    para cumplir tus consignas. R.
    Te alabaré con sincero corazón
    cuando aprenda tus justos mandamientos.
    Quiero guardar tus leyes exactamente,
    tú, no me abandones. R.
  • Evangelio: Mateo 5,43-48
    "Sed perfectos como vuestro Padre celestial"
    En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto."

viernes, 26 de febrero de 2010

Palabra de Dios del Viernes 26 de Febrero del 2010

Tiempo de Cuaresma
26 de Febrero de 2010
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Liturgia de las Horas: 1ra. Semana del Salterio
Color: Morado
Santoral

Lecturas de la liturgia
  • Primera Lectura: Ezequiel 18,21-28
    "¿Acaso quiero yo la muerte del malvado, y no que se convierta de su conducta y que viva?"
    Así dice el Señor Dios: "Si el malvado se convierte de los pecados cometidos y guarda mis preceptos, practica el derecho y la justicia, ciertamente vivirá y no morirá. No se le tendrán en cuenta los delitos que cometió, por la justicia que hizo, vivirá. ¿Acaso quiero yo la muerte del malvado -oráculo del Señor-, y no que se convierta de su conducta y que viva? Si el justo se aparta de su justicia y comete maldad, imitando las abominaciones del malvado, ¿vivirá acaso?; no se tendrá en cuenta la justicia que hizo: por la iniquidad que perpetró y por el pecado que cometió, morirá.
    Comentáis: "No es justo el proceder del Señor." Escuchad, casa de Israel: ¿Es injusto mi proceder?, ¿o no es vuestro proceder el que es injusto? Cuando el justo se aparta de su justicia, comete la maldad y muere, muere por la maldad que cometió. Y cuando el malvado se convierte de la maldad que hizo y practica el derecho y la justicia, él mismo salva su vida. Si recapacita y se convierte de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá."
  • Salmo Responsorial: 129
    "Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir?"
    Desde lo hondo a ti grito, Señor;
    Señor, escucha mi voz;
    estén tus oídos atentos
    a la voz de mi súplica. R.
    Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
    ¿quién podrá resistir?
    Pero de ti procede el perdón,
    y así infundes respeto. R.
    Mi alma espera en el Señor,
    espera en su palabra;
    mi alma aguarda al Señor,
    más que el centinela la aurora.
    Aguarde Israel al Señor,
    como el centinela la aurora. R.
    Porque del Señor viene la misericordia,
    la redención copiosa;
    y él redimirá a Israel
    de todos sus delitos. R.
  • Evangelio: Mateo 5,20-26
    "Vete primero a reconciliarte con tu hermano"
    En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No matarás", y el que mate será procesado. Pero yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano "imbécil", tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama "renegado", merece la condena del fuego.
    Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Con el que te pone pleito, procura arreglarte en seguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto."
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Comentario: ¿Cómo seremos mejores que los escribas y fariseos?

26-02-2010 Ez 18,21-28; Sal 129; Mt 5,20-26
Sí, muy bien, hasta es posible que tenga razón el profeta Ezequiel. Si nos convertimos de nuestros pecados y guardamos los preceptos, todo nos irá de calle. Si el justo se aparta de su justicia y comete maldad, todo será terrible. Muy bien, repito, pero ¿cómo se convertirá el malvado de sus pecados? Es fácil decirlo, pero ¿cómo lograrlo?, ¿estirándonos fuerte de las orejas? Tras esas palabras tan obvias como inmisericordes, cuanto mejor lo que nos dice el salmo.
Desde lo hondo a ti grito, Señor. Si llevas cuenta de mis delitos, ¿quién podrá resistir? Como no parta del Señor la iniciativa de perdonarnos, ¿qué podremos hacer? Gritar al Señor para que escuche nuestra voz. Rogarle que sus oídos estén atentos a nuestros desgarros. Porque si lleva un libro de haber y debe, nada nos queda por hacer, como no sea seguir envueltos en nuestro pecado. Cada vez, además, con más fuerza; con más ansia. No, no es ese el camino por el que podremos conseguir nuestro perdón.
Es mi alma la que espera en el Señor. Mis entrañas gritan. No saben qué hacer, ni siquiera a qué vienen esos gritos, pero gritamos al Señor para que sea él quien tome la iniciativa. Para que llegue el día de la misericordia para nosotros. Por eso miramos los primeros resplandores de la aurora, pues de ahí nos viene nuestra salvación. Del Señor viene la misericordia a su pueblo y a cada uno de nosotros. Salvación y redención. Sólo él redimirá a su pueblo de todos sus delitos.
Estrenemos un corazón nuevo. Porque si nuestro corazón es como el de los escribas y fariseos, nos dice Jesús, no entraremos en el reino de la gracia y de la misericordia. Y, sí, podemos renovar nuestro corazón. Mejor que renovar, tener un corazón nuevo, distinto, divinizado por la llegada del Espíritu de Jesús, Espíritu de Dios, que toma posesión de nosotros, de lo más íntimo de eso que somos, seres de amorosidad. Que podemos ser si nos ponemos tras el Señor Jesús, siguiendo su camino.
Cuando sea así, todo en nosotros habrá cambiado. Seremos seres nuevos. Se notará en nuestras relaciones con nuestros hermanos. En su delicadeza. Porque, entonces, reconciliarnos con nuestro hermano, será tarea primera, anterior a cualquier sacrificio y ofrenda que se nos quiera prescribir. Porque, entonces, todo lo nuestro será obra de amor. Porque gritábamos desde lo hondo al Señor, ahora nos encontramos como seres cuidadosos del detalle. No sólo nuestros pecados son perdonados, sino que, de la misma, nos convertimos en seres cuidadosos del amor. Porque el nuestro, ahora, es un ser de amorosidad. Nada de tirarnos de las orejas para crecer en bondad, porque el Espíritu que, como dice san Pablo, grita en nuestro interior: Abba (Padre), habitando en nosotros consigue de nosotros que nuestra acción, nuestras obras, nuestros gestos y palabras, sean caricia de Dios.
Por eso, en la oración sobre las ofrendas le pedimos al Señor que las acepte, pues con ellas, el cuerpo y la sangre de Cristo, ha querido reconciliarse con nosotros y que nosotros nos reconciliáramos con nuestros hermanos, de modo que por ellas nos devuelve, con un amor que se ha hecho eficaz, la salvación eterna. Ese intercambio de amor se nos ofrece en el sacrificio de la cruz. Admirable comercio por medio del cual amamos a nuestros hermanos hasta en el detalle de nuestra ternura amorosa.
Y no sólo a nuestros hermanos, claro, sino a todos. Porque a todos se ofrece la salvación.

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jueves, 25 de febrero de 2010

Palabra de Dios del Jueves 25 de Febrero del 2010

Tiempo de Cuaresma
25 de Febrero de 2010
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Liturgia de las Horas: 1ra. Semana del Salterio
Color: Morado
Santoral

Lecturas de la liturgia
  • Primera Lectura: Ester 14,1.3-5.12-14
    "No tengo otro auxilio fuera de ti, Señor"
    En aquellos días, la reina Ester, temiendo el peligro inminente, acudió al Señor y rezó así al Señor, Dios de Israel: "Señor mío, único rey nuestro. Protégeme, que estoy sola y no tengo otro defensor fuera de ti, pues yo misma me he expuesto al peligro. Desde mi infancia oí, en el seno de mi familia, cómo tú, Señor, escogiste a Israel entre las naciones, a nuestros padres entre todos sus antepasados, para ser tu heredad perpetua; y les cumpliste lo que habías prometido. Atiende, Señor, muéstrate a nosotros en la tribulación, y dame valor, Señor, rey de los dioses y señor de poderosos. Pon en mi boca un discurso acertado cuando tenga que hablar al león; haz que cambie y aborrezca a nuestro enemigo, para que perezca con todos sus cómplices. A nosotros, líbranos con tu mano; y a mí, que no tengo otro auxilio fuera de ti, protégeme tú, Señor, que lo sabes todo."
  • Salmo Responsorial: 137
    "Cuando te invoqué, me escuchaste, Señor."
    Te doy gracias, Señor, de todo corazón;
    delante de los ángeles tañeré para ti,
    me postraré hacia tu santuario. R.

    Daré gracias a tu nombre,
    por tu misericordia y tu lealtad;
    cuando te invoqué, me escuchaste,
    acreciste el valor en mi alma. R.

    Tu derecha me salva.
    El Señor completará sus favores conmigo:
    Señor, tu misericordia es eterna,
    no abandones la obra de tus manos. R.

  • Evangelio: Mateo 7,7-12
    "Quien pide recibe"
    En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre. Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le va a dar una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre del cielo dará cosas buenas a los que le piden! En resumen: Tratad a los demás como queréis que ellos os traten; en esto consiste la Ley y los profetas."

miércoles, 24 de febrero de 2010

Palabra de Dios del Miercoles 24 de Febrero del 2010

Tiempo de Cuaresma
24 de Febrero de 2010
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Liturgia de las Horas: 1ra. Semana del Salterio
Color: Morado
Santoral

Lecturas de la liturgia
  • Primera Lectura: Jonás 3,1-10
    "Los ninivitas se convirtieron de su mala vida"
    Vino la palabra del Señor sobre Jonás: "Levántate y vete a Nínive, la gran ciudad, y predícale el mensaje que te digo." Se levantó Jonás y fue a Nínive, como mandó el Señor. Nínive era una gran ciudad, tres días hacían falta para recorrerla. Comenzó Jonás a entrar por la ciudad y caminó durante un día, proclamando: "¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!" Creyeron en Dios los ninivitas; proclamaron el ayuno y se vistieron de saco, grandes y pequeños.
    Llegó el mensaje al rey de Nínive; se levantó del trono, dejó el manto, se cubrió de saco, se sentó en el polvo y mandó al heraldo a proclamar en su nombre a Nínive: "Hombres y animales, vacas y ovejas, no prueben bocado, no pasten ni beban; vístanse de saco hombres y animales; invoquen fervientemente a Dios, que se convierta cada cual de su mala vida y de la violencia de sus manos; quizá se arrepienta, se compadezca Dios, quizá cese el incendio de su ira, y no pereceremos." Y vio Dios sus obras, su conversión de la mala vida; se compadeció y se arrepintió Dios de la catástrofe con que había amenazado a Nínive, y no la ejecutó.
  • Salmo Responsorial: 50
    "Un corazón quebrantado y humillado, tú, Dios mío, no lo desprecias"
    Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
    por tu inmensa compasión borra mi culpa;
    lava del todo mi delito,
    limpia mi pecado. R.
    Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
    renuévame por dentro con espíritu firme;
    no me arrojes lejos de tu rostro,
    no me quites tu santo espíritu. R.
    Los sacrificios no te satisfacen:
    si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
    Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
    un corazón quebrantado y humillado,
    tú no lo desprecias. R.
  • Evangelio: Mateo 11,29-32
    "A esta generación no se le dará más signo que el signo de Jonás"
    En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús, y él se puso a decirles: "Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación. Cuando sean juzgados los hombres de esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que los condenen; porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón. Cuando sea juzgada esta generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que los condenen; porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás."
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Comentario: ¿Por qué Nínive?

24-02-2010 Jonás 3,1-10; Sal 50; Lu 11,29-32
Qué bien parado sale hoy el profeta Jonás. Proclamó de parte del Señor la perdición de Nínive. ¿Por qué una ciudad tan populosa y que nada tenía que ver con el pueblo elegido? Lo curioso es que los ninivitas creyeron en el Señor y se convirtieron. Hasta el mismo rey de Nínive se convirtió. Y pidió que cada cual se convirtiera de su mala vida y de la violencia de sus manos. Dios, entonces, se compadeció y se arrepintió de la catástrofe con que había amenazado a la ciudad. Es, pues, el contrapunto de Sodoma y Gomorra.
¿Por qué esta historia? ¿Por qué el signo de Jonás al que se refiere Jesús? Porque esta generación, la nuestra, es perversa. Porque nosotros no nos convertimos con la predicación de Jonás. Y, sin embargo, quien nos predica es más que Jonás. ¿Olvidaremos que si Jonás pasó tres días en el vientre de la ballena es porque esta la tragó cuando se escapaba del mandato de Dios en la dirección contraria, es decir, por el Mediterráneo? ¿Olvidaremos que cuando la ciudad se convirtió, él se enfadó infinito con el Señor porque no cayó sobre ella su arrasamiento, que él había predicado con empeño, y, quizá, con fruición, se despeluncó de desazón y de rabia, cobijándose del calor del día bajo el ricino? ¿Olvidaremos que el Señor envió un gusano que libró de hojas al ricino y Jonás quedó a la luz del sol implacable?
Es claro cuál es el signo: el Señor pasará tres días en las fauces de la muerte, pero será librado por la fuerza resucitadora de Dios su Padre. Mas ¿no podemos leer las lecturas de hoy, que, además, con el salmo 50, nos hablan de nuestra humillación ante el Señor, de nuestro corazón contrito y humillado, poniéndonos en los contextos de Jonás? El Señor quiere que todos se conviertan. Nosotros somos sus predicadores. Los enviados a esa Nínive de perdición. Pero, como Jonás, preferimos escapar. Es tarea demasiado difícil y engorrosa. ¿Qué haremos?, ¿por dónde empezar?, ¿a dónde ir? Nos echamos a la gran ciudad. Quizá con ánimo de venganza de que el Señor, por fin, castigue a tal sarta de malvados. Los vemos, nos rodean, nos acogotan. Todo lo ganan para sí. Predicamos en el desierto, decimos, aunque un desierto de millones de personas que nos rodean. Todos condenados a la muerte y al infierno. Por sus pecados tan desastrados. Tan bestiales. Predicamos, así, su muerte, su destrucción. Y era hora de que fuéramos enviados por el Señor a predicar la destrucción.
Oh, increíble sorpresa. Se convierten. Vienen a Dios. ¿Qué estoy viendo? No puede ser. No se lo merecen. Sólo puede caer sobre ellos la aniquilación, como en Sodoma y Gomorra. Qué desazón. Las cosas no nos salen como queríamos. Porque anhelábamos su destrucción, nos creíamos enviados para predicarla con espumarajos. ¿Qué pasa? ¿Se convierten? No puede ser. No hay derecho. Algo falla. Y también nosotros, como Jonás, nos refugiamos del sofoco bajo el ricino.
¿No es este,igualmente, el signo (nauseabundo) de Jonás? ¿Predicamos la muerte y no la vida?
Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra sus culpas, lava del todo mis delitos, limpia sus pecados.
Te lo pido por mí y por ellos. Para que ellos se conviertan a ti, como yo me convierto a ti; para que ellos reciban tu gracia y tu misericordia en Cristo Jesús, como yo recibo también tu gracia y tu misericordia. Lo que me das a mí, dáselo también a ellos.

lunes, 22 de febrero de 2010

Palabra de Dios del Martes 23 de Febrero del 2010

Tiempo de Cuaresma
23 de Febrero de 2010
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Liturgia de las Horas: 1ra. Semana del Salterio
Color: Morado
Santoral

Lecturas de la liturgia
  • Primera Lectura: Isaías 55,10-11
    "Mi palabra hará mi voluntad"
    Así dice el Señor: "Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo."
  • Salmo Responsorial: 33
    "El Señor libra de sus angustias a los justos."
    Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
    ensalcemos juntos su nombre.
    Yo consulté al Señor, y me respondió,
    me libró de todas mis ansias. R.
    Contempladlo, y quedaréis radiantes,
    vuestro rostro no se avergonzará.
    Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha
    y lo salva de sus angustias. R.
    Los ojos del Señor miran a los justos,
    sus oídos escuchan sus gritos;
    pero el Señor se enfrenta con los malhechores,
    para borrar de la tierra su memoria. R.
    Cuando uno grita, el Señor lo escucha
    y lo libra de sus angustias;
    el Señor está cerca de los atribulados,
    salva a los abatidos. R.
  • Evangelio: Mateo 6,7-15
    "Vosotros rezad así"
    En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis. Vosotros rezad así: "Padre nuestro del cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy el pan nuestro de cada día, perdónanos nuestras ofensas, pues nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido, no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno." Porque si perdonáis a los demás sus culpas, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas."
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Comentario: Mi palabra no volverá a mí vacía

23-02-2010 Is 55,10-11; Sal 33; Mt 6,7-15
Muchas páginas del profeta Isaías son deliciosas. Como las de hoy. Es el Señor quien nos lo dice. Su palabra baja a nosotros, empapa nuestro ser, damos semillas y frutos, y vuelve a él. De esto modo su palabra no queda vacía. Su palabra hará su voluntad y cumplirá su encargo, fructificando en nosotros. Genial manera de señalarnos que pendemos de él, dependiendo de nosotros. Su palabra que viene a nosotros no es una orden de obligado cumplimiento. Sino suasión de lluvia y mansa nieve que empapa la tierra que somos para que nosotros demos el fruto. Mirando las cosas con tiquismiquis exigentes, es verdad, todo es suyo. Al fin y al cabo ya lo sabíamos, somos criaturas suyas. Él nos ha creado y él nos sostiene. Si no, caeríamos en la inexistencia del no-ser. Pero la palabra del Señor que nos escribe Isaías es más sutil, más llena de libertad. No somos carne de obligado cumplimiento, sino que, empapados por la palabra que cae sobre nosotros, en nosotros crecen frutos. Frutos de vida eterna. De este modo, su palabra cumplirá el encargo que el Señor Dios le ha dado. Y sabemos muy bien quién es esa palabra. No el agua y la nieve del cielo, aunque también, sino quien es la Palabra de Dios.
Contempladlo, pues, y quedaréis radiantes. Nuestro rostro no se avergonzará. Pues producimos frutos de vida eterna. Nuestra carne, en el suave mojamiento de esa Palabra, produce frutos que, siendo nuestros, nos son dados desde lo alto. Por eso, como sigue el salmo, los ojos del Señor nos miran a nosotros, los que, por él, con él y en él, somos los justos. No justos de apreturas nuestras, sino justos de misericordia, justificados por su gracia. Por eso, cuando gritamos al Señor él nos escucha. Porque el Señor, con su Palabra, está cerca de nosotros, los atribulados. Nos salva a los abatidos. Qué hermosura y qué verdad cuando el presidente de la acción litúrgica nos dice una y otra vez: el Seños esté con vosotros. Es un deseo, una buena voluntad que se convierte en una seguridad, porque, de cierto, el Seños está con nosotros. Él, que es la Palabra que el Señor hace descender sobre nosotros, produce en nosotros y con nosotros frutos de vida eterna. Contempladlo, y quedaréis radiantes.
¿Necesitaremos en la oración, por tanto, muchas palabras? No, pues todo ha sido dicho ya, y él conoce muy bien todo lo nuestro. Todo se nos ha dado. Simplemente a partir de ahora llamaremos Padre a Dios. Cosa nueva, inauditamente nueva, de cuya novedad nos olvidamos demasiadas veces. Sólo con esto lo nuestro será ya un Nuevo Testamento. No mi Padre, cuya verdad queda sólo en Jesús. Sino que diremos Padre Nuestro. De este modo, cada vez que oremos, estaremos rezando por todos. Así, nunca nos olvidaremos de ellos en nuestra oración. Y, después, desgranaremos las peticiones de que consta esta sencilla oración. Sorprende su limpidez. Dios, nosotros, el prójimo, nuestras necesidades y acciones, aunque también el Maligno, ¿nos olvidaremos de él, tal como traduce hoy el evangelio de Mateo? Parece que a Jesús no se le menciona siquiera. Como si fuera una oración para todos los creyentes, para cualquier creyente. Es posible, pero no podemos olvidar que es Jesús mismo quien nos enseña esta manera de orar y, en segundo lugar, que su presencia está incluida con toda su enorme potencia en que nos enseña a llamar a Dios Padre Nuestro, porque es Padre suyo.

domingo, 21 de febrero de 2010

La Palabra de Dios del Lunes 22 de febrero del 2010

Tiempo de Cuaresma
22 de Febrero de 2010
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Liturgia de las Horas: 1ra. Semana del Salterio
Color: Blanco
Santoral

Lecturas de la liturgia
  • Primera Lectura: I Pedro 5,1-4
    "Presbítero como ellos y testigo de los sufrimientos de Cristo"
    Queridos hermanos: A los presbíteros en esa comunidad, yo, presbítero como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe de la gloria que va a manifestarse, os exhorto: Sed pastores del rebaño de Dios que tenéis a vuestro cargo, gobernándolo no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por sórdida ganancia, sino con generosidad; no como déspotas sobre la heredad de Dios, sino convirtiéndoos en modelos del rebaño. Y cuando aparezca el supremo Pastor, recibiréis la corona de gloria que no se marchita.
  • Salmo Responsorial: 22
    "El Señor es mi pastor, nada me falta."
    El Señor es mi pastor,
    nada me falta:
    en verdes praderas me hace recostar;
    me conduce hacia fuentes tranquilas
    y repara mis fuerzas;
    me guía por el sendero justo,
    por el honor de su nombre. R.
    Aunque camine por cañadas oscuras,
    nada temo, porque tú vas conmigo:
    tu vara y tu cayado me sosiegan. R.
    Preparas una mesa ante mí,
    enfrente de mis enemigos;
    me unges la cabeza con perfume,
    y mi copa rebosa. R.
    Tu bondad y tu misericordia me acompañan
    todos los días de mi vida,
    y habitaré en la casa del Señor
    por años sin término. R.
  • Evangelio: Mateo 16,13-19
    "Tú eres Pedro, y te daré las llaves del reino de los cielos"
    En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?" Ellos contestaron: "Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas." Él les preguntó: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?" Simón Pedro tomó la palabra y dijo: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo." Jesús le respondió: "¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo."
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Comentario: Porque tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo

22-02-2010 1Pe 5,1-4; Sal 22; Mt 16.13-19
En medio de la Cuaresma la liturgia se fija en Pedro. Es el Señor nuestro pastor, pero también Pedro y los apóstoles son nuestros pastores, pues tienen un rebaño a su cargo. Así es la Iglesia. No una montonera de personas que hablan de Cristo, sino una comunidad que vive con él y de él. Una comunidad de palabra y de celebración. Una comunidad que está fundada sobre roca, y esa roca es Cristo. Pero una comunidad que responde a la pregunta de Jesús a sus discípulos: ¿Quién decís que soy yo? Pues esa pregunta es esencial. No nos podemos confundir. No nos imaginamos lo que para nosotros es nuestro Jesús. No es un lejano personaje, de cierto que fantástico, del que nos quedan algunos rastros y que nosotros construimos a nuestra conveniencia. Pero cuya realidad real se la damos nosotros. Jesús sería así lo que es para nosotros. Su ser sería relativo a nosotros. La suya, así, sería una verdad relativa a nosotros, a nuestra afirmación. Al final, un personaje que nosotros nos inventamos a nuestro albur.
¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre? Diversidad de opiniones, construidas según el beneplácito de cada uno. Pero Jesús no se queda ahí. Busca una confesión: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? No podemos decir cualquier cosa. Los discípulos no pueden afirmar lo que en ese momento les venga en gana, lo que entonces les mole. Han sido llamados. Han oído su voz. Le han seguido. Le han visto hablando de lo que va a sufrir. Le han seguido, aunque comprendiendo a penas nada de quién es en verdad ese Jesús al que ellos siguen.
Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Simón Pedro, una vez más, se hace portavoz de todos. Su respuesta es impetuosa, grande, desaforada. Quizá no más que una ilusión desquiciada. Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. ¿Sabía lo que decía? El arrebatado Pedro se sale de madre y adivina quién es Jesús. La suya no es una mirada ideológica, como la de los demonios, sino carnal. Sabe cuál es la carne de Jesús. Carne de Dios. Claro, todos lo somos, carne a su imagen y semejanza. Pero Pedro ha visto más. Se atreve a más. Mucho más. Ha visto lejos. El punto de llegada. Ve cómo en él se da cumplimiento el Antiguo Testamento. Adivina que en él, por él y con él todo lo tenemos ofrecido de parte de Dios. No sabe todavía de la cruz. Pero ha comprendido lo que es ponerse de parte de Dios. Porque Jesús, al que él sigue con tanto empeño, nos muestra a Dios, nos lleva a Dios. Dios que, ahora, es Padre Nuestro.
Misterio de Dios. Porque esas cosas no te las ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. La afirmación de Pedro, en nombre de comunión con todos los discípulos, es cosa de Dios en su carne, en su palabra, en su seguimiento, en su ministerio. No invento de persona genial. Revelación de Dios Padre. Por eso, él será, mejor, es piedra en quien Cristo edificará su Iglesia. Primero la Iglesia, signo de sacramento de salvación universal. Luego, también, la Iglesia, comunidad de los creyentes. Y Jesús le asegura a Pedro, y a nosotros con él: Y el poder del infierno no la derrotará.
Sacramentalidad de la carne, de nuestra carne creyente. Tal es la Iglesia.

jueves, 18 de febrero de 2010

Nuevo blog grupo de Intercesion

hola a todos Amigos... aqui estamos con este nuevo blog, espero se lleve de la mejor manera para asi aprovechar todas las cosas que podemos encontrar en el internet. SAludos a todos y muchas bendiciones